jueves, 14 de febrero de 2008

La rosa blanca y el encuentro

Estos días estaban siendo duros ante la falta de excusas para contactar con ella. Realmente no sucedía nada que no viniera siendo habitual, sólo que no tener ningún hito por delante me desepera. Hace ocho días que comimos juntos, y según me he propuesto faltan tres semanas para que le vuelva a pedir que comamos, demasiado tiempo (una vez al mes creo que entra dentro de lo admisible en la pretendida relación de amistad, jugando de esta forma mi batalla con sus reglas).

Sin embargo el hecho de estar siempre atento a las circunstancias posibles me hizo comprar una rosa blanca de forma espontánea.

La rosa la guardé en el bolsillo y decidí entregársela a la mañana siguiente.

Pero por la noche encontré una excusa para salir a pasear solo, y como habitualmente hago rondé su casa y el gimnasio al que acude, y cuando ya me iba me crucé con ella.

Estoy tan acostumbrado a buscarla sin resultado que cuando la encontré no supe reaccionar. Le di dos besos, le dije que lo único que hacía es darle posibildades a la probabilidad y la liberé diciendo que no quería agobiarla.

Vestida de chandal sin conjuntar se la ve delgada, tal como es, objetivamente quizás no destaque, pero me sigue pareciendo preciosa. Cada rasgo de su cara, sus ojos, su boca pequeña, su nariz puntiaguda que se acentúa sin las gafas... otra imagen perfecta que guardo en mi memoria que estuve recreando toda la noche.

Ella reaccionó con lógica sorpresa, y no pudo más que repetir un par de veces que estaba cansada (pasadas las nueve y media, después de un día de trajín, es lo normal) y que se iba a correr al gimnasio. Deduzco de su repetición que quizás estuviera algo nerviosa, aunque su cara no lo mostraba pues su apariencia seguía serena como siempre. Desde luego no parecía incómoda con mi presencia, lo que no significa nada.

También se acordó que esa tarde mi mujer tenía una cita importante, muestra inequívoca que, en algún momento, me había dedicado al menos un pensamiento de su cabeza (dudo yo que, en la improvisación del momento, se pueda tener en mente la agenda de la persona con la que te encuentras).

Esta mañana le di la rosa, tal y como había pensado, y hubo alguna reacción aunque eso es motivo de otro post.

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