viernes, 29 de febrero de 2008

Tu sitio vacío

Los días transcurren lentos cuando no vienes, entre los pensamientos de qué estarás haciendo, tu mesa vacía y tu foto que no puedo evitar mirar cada hora.

Ciertamente es menos angustioso cuando no hay posibilidad de decirte nada, pero cada vez que te veo me siento más vivo, y cada vez que no te veo todo me parece insignificante y sin sentido.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Ahora quiero más

La mañana ha resultado absolutamente maravillosa. Me ha escrito varias veces y he contestado con mensajes más o menos graciosos, luego nos hemos contado algunos gustos de la infancia (me ha hablado de Mafalda y Asterix), con lo que la conversación ha fluido entre lo profesional y lo distendido.



Ahora lo que quisiera es poder estar a su lado y reirnos una rato juntos del mundo, lo divino y lo humano.



Seguiré desgranando los segundos hasta que toque pedirle que volvamos a comer juntos.

De repente surgen ocasiones

A raíz de unos CD que me había pedido hace unos días esta mañana encontré la excusa para dedicarle unos segundos extra a los cero que están siendo habituales.

Con esa dosis en el cuerpo encontré una nueva excusa en el trabajo a cuenta de unso informes que estamos elaborando, fui a preguntarle un dato que ya sabía, pero que le hizo replantearse otras cuestiones relacionadas con los informes que nos han tenido un rato charlando e intercambiando mails.

Para completar el día me ha hecho algunas preguntas de un programa que le pasé hace meses, pero que aún no ha mirado, lo que ha supuesto un nuevo intercambio de mails.

Todo ello me ha permitido volver a sentarme a su lado y observarla con detenimiento, hablarle de su corte de pelo (ella lo califica de "radical", aunque para mí que no ha hecho más que cortarse las puntas, con un resultado estupendo).

Cuanto más la miro más me gusta, incluso aunque le haya descubierto una verruga con incipientes pelos bajo su barbilla (nunca la había visto desde ese ángulo, propiciado porque yo estaba sentado en una silla más baja y lago reclinado hacia ella).

Lo más interesante ha sucedido cuando hablando de vídeojuegos ha hecho alguna mención a juegos para adultos... me resultan muy interesantes sus comentarios con cierto toque morboso, pues no es la primera vez que los hace y manifiesta un interés que normalmente no se aprecian en las chicas, al menos en su relación con compañeros. Nunca ha contado nada comprometedor, pero alguna vez que he soltado el anzuelo sobre alguna historia morbosa que me haya sucedido ella dijo: "cuenta, cuenta". Por desgracia no se ha dado la situación ni el momento adecuado para ello, y cuando lo he intentado en un contexto más propicio ella no ha manifestado interés, pero es un terreno que la próxima comida tendré que explorar.

Ahora se va a tomar unos días libres, así que me quedaré con el sabor agradable de esta mañana, sobro todo porque empezaba a deseperarme la idea de que se estuviera perdiendo completamente lo poco que he conseguido.

martes, 26 de febrero de 2008

El punto de inflexión

Cuando ella apareció apenas podía poco más que admirarla a lo lejos, buscar alguna remota excusa para acercarme o hacer cualquier insignificante comentario de cafetería. Incluso alguna vez fuimos a comer juntos hace años, con un resultado absolutamente lamentable por mi parte que sólo consiguió que además de a lo lejos tuviera que avergonzarme por mi patetismo.

Sin embargo con el paso de los meses y los años siempre he estado atento a las oportunidades que se me pudieran presentar para acercarme, y hace unos meses tuve la ocasión de cambiar la forma en la que nos relacionamos.

Todo fue un poco mejor cuando nos sentaron relativamente cerca (al menos en el mismo edificio), pero para pasar del "buenos días" hacía falta algo más.

La ocasión fue una cena organizada por la empresa para sus empleados, en esta ocasión empleados con pareja. Supongo que el destino, o el azar, nos depara ocasiones que hay que aprovechar, y esa ocasión se presentó cuando mi mujer no pudo acompañarme y su marido tampoco a ella (cosa de la que me enteré cuando entró sola).

En un primer momento intenté que coincidiéramos en la mesa, pero no fue posible, así que me pasé todo el aperitivo intentando localizarla sin éxito. Nos sentamos en las mesas y la que le correspondía tenía un hueco, sólo uno.

Con cierto retraso llegó ella sola, no especialmente elegante, pero con unas botas altas y una camiseta sin hombros que siempre recordaré, sobre todo porque recorté las fotos en las que ella aparecía de lejos.

Tras la cena llegó el momento de las copas y me pegué a ella como a una lapa. Intenté ser interesante, dar algo de conversación en cosas que sabía que le podían resultar interesantes, intentaba ser gracioso... supongo que algo de un patetismo similar a lo que se hace normalmente cuando se sale de ligoteo.

Pasado un tiempo ella dijo que se tenía que marchar y yo la acompañé, y ahí se produjo el punto de inflexión, cuando pudimos hablar los dos solos y cuando me metí en su coche para que me llevara hasta el mío (habíamos andando en sentido contrario a donde estaba mi coche). Le dije que no arrancara, que pudiéramos charlar un rato más, y ella accedió.

No le dije nada nuevo, ella sabe de sobra lo que siento y mi forma de ver las cosas, pero en la conversación se implicó un poco más personalmente e inclusó se sintió impactada cuando le conté algunas confidencias de compañeros de la empresa que tienen trato con ella. Ese imapacto emocional es el recuerdo que guardo en la caja de los tesoros, pues de alguna forma había tocado alguna fibra sensible suya.

Estuvimos como media hora charlando, y a partir de ahí pasamos de ser compañeros que pasan desapercibidos a dos personas que tenían abierta la veda para charlar y compartir algunas confidencias.

El sitio exacto de un recuerdo

Seguramente ya lo tendrás olvidado, no habrá causado más impacto en tu mente que lo que duró el momento, pero yo intento evocar los besos que te di, una y otra vez sumido en el recuerdo ante la falta de más contacto contigo.

Recuerdo el sitio exacto, y cada vez que paso por allí me detengo en medio de la calle para sentir como te acaricié la cara y te besé, a veces incluso cierro los ojos ante la sorpresa de algún transeunte.

Me devano los sesos intentando comprender si lo breve de tus labios se debió a tu indiferencia, a tu sorpresa o a que tu boca pequeña no te permite dar rienda a la pasión de forma espontánea... pasión, de ilusión también se vive, pero no se come, y así vivo parado en medio de la calle con la ilusión de aquel momento, y con la inadicción de ahora.

Mejor cara

Hoy tiene mejor cara, está sonriente, estrena otra chaqueta y luce preciosa.

Ayer finalmente se fue a casa, la mala cara de la mañana se debió a que se sentía mal. Luego se conectó desde casa y la escribí para interesarme por ella, y aunque fue amable no me dio más detalles que decir que estaba mejor.

Y hoy tiene mejor cara, está sonriente, supongo que es una buena noticia, pero siento que soy total y absolutamente prescindible para ella, y que con su sonrisa ella mejora y yo voy muriendo ante una maravillosa visión, pero consumiéndome poco a poco.

Me quedan contar los días para la próxima comida, o al menos para el próximo intento. De momento tengo claro que le voy a ofrecer un restaurante caro y de garantías, pero necesitaré su tiempo, varias horas que siempre son tremendamente limitadas. La fecha de la propuesta tiene que ser a finales de la semana que viene o a principios de la siguiente, de tal forma que la comida sea la semana anterior a semana santa, quizás el jueves 13, a ver si el número me trae suerte.

lunes, 25 de febrero de 2008

No está

He mirado el GTalk y la he visto desconectada, así que he ido a su sitio y no está, se ha marchado.

Cuando tiene que salir a ver a algún cliente normalmente no viene, y hoy estaba puntual en su sitio a su hora de entrada. Deduzco que ha sucedido algo de carácter personal, quizás relacionado con la mala cara que tenía esta mañana.

Así que ahora me queda arrastrarme todo el día en la incertidumbre de no saber qué está pasando. En esta situación quiero llamarla (como siempre, la verdad) pero desvelaría mi persecución, y de esta forma difícilmente conseguiría que ella confiara en mí como apoyo emocional... aunque dudo yo que esto sea posible.

¿Hice bien en llamarla?

El viernes llegué cansado del viaje y necesitaba escuchar su voz, así que fuera de contexto, sin nada que decir, la llamé por teléfono.

Estaba jungando con el niño, pero admitió que la interrumpiera unos minutos. La conversación fue intrascendente, quizás absurda por mi parte que le pregunté "¿qué es eso del spinning?", como si no lo supiera... yo sólo quería escucharla, me daban igual las palabras.

Después de un par de minutos acabamos de hablar y ya sólo quedó su voz y su imagen todo el fin de semana en mi cabeza.

Hoy apenas me ha dado los buenos días, está seria. No tiene nada que ver conmigo, pues me estoy volviendo transparente a sus ojos, pero me gustaría poder escudriñar su mente para acurrucarme en el hueco que me deje.

viernes, 22 de febrero de 2008

No llovió, pero...

"He quedado a las 9 para spinning. Bs"

Ese fue el SMS que me escribió a las 20:46, casi dos horas después de que yo le dijera que podríamos coincidir haciendo deporte.

Como ya la voy conociendo no puedo interpretar nada de este mensaje, aunque me extraña que tardara tanto en contestar. Efectivamente es complicado quedar con ella, muy difícil hacerlo de forma planificada y prácticamente imposible de forma imprevista, pues siempre tiene un montón de cosas que hacer. Ahora bien, ¿por qué esperar dos horas y no darme tiempo de reacción?

Quizás no haya que darle más vueltas, quizás estaba pendiente de que le concretaran lo del spinning, no sé.

En cualquier caso siempre me gusta el final de sus SMS, esos besos que me entusiasman aunque sé que los usa como fórmula general para cerrar los mensajes con todo el mundo, pero no puedo evitar pensar que los míos son de tornillo.

Lo que ha sido duro es comprobar que esta mañana ella no está aquí. Cuando no he visto su coche aparcado en el sitio habitual me he entristecido, aunque cabía la probabilidad que hubiese llegado un poco tarde. Sin embargo no, no está, probablmente haya ido a visitar a un cliente... y que esto suceda en viernes sólo sirve para prolongar la agonía del fin de semana... tres días tentado de llamarla y proponerle cosas que siempre rechaza.

jueves, 21 de febrero de 2008

A cuenta de la Nintendo

De momento me estoy portando, aparento mantener la distancia y el terreno está sembrado para que esta tarde le proponga salir a correr.

Prueba de ello es que me ha escrito para preguntarme unas cosas sobre la NDS que le quiere regalar a un sobrino. Hemos charlado unos minutos a cuenta de eso y me ha dado la oportunidad de dejar pendiente algo para retomar el tema (le tengo que recomendar algunos juegos).

Después hemos coincidido cuando yo me iba a comer (no del todo coincidencia, pues conozco sus horarios, pero ha quedado bastante aparente la cosa) y hemos charlado unos instantes de mi viaje de mañana... ella todo dulzura como siempre.

Espero que aguante la lluvia. Las previsiones no son favorables, pero por cuatro gotas no me voy a reprimir de intentarlo (aunque su negativa estaría más justificada).

Chaqueta de cuero

Apenas me ha esbozado una sonrisa esta mañana cuando he pasado, pero he contemplado que está preciosa. Luce una chaqueta de cuero que parece recién estrenada, y por encima lleva su habitual pañuelo rojo.

Me moría de ganas de besarla, pero sabía que no debía parar, tengo que pensar en el largo plazo, tengo que aparentar ser uno más... mientas espero a que surja la oportunidad, principalmente en forma de crisis matrimonial, o discusión, o tambaleo emocional.

La frase que me ronda es lo que escribió de que está pasando por momentos "emocionalmente dificultosos".

¿Cuándo se usa una frase como esta?

Por descartar, si fuera por enfermedad grave de algún familiar seguramente me habría enterado, de hecho el fin de semana pasado me dijeron que recibió la visita de la familia, así que queda descartado.

Si fuera por problemas con el niño no creo que se use esa frase en el contexto en el que la utilizó (la rosa, el aparcamiento), sino que se usarían frases que expresaran más cansancio físico, o directamente algo de mayor importancia, pues supongo que si tienes un hijo con problemas no das lugar a réplicas con nada, pues eso tiene una prioridad inamovible.

Por supuesto sería estúpido pensar que la causa de su dificultad emocional soy yo, o algún otro pretendiente desconocido (alguna vez me ha comentado cosas de algún otro pretendiente, pero como desahogo dado que no se lo puede confesar a nadie más de su entorno y no le interesaba la historia). Quizás lo del pretendiente tuviera cierto sentido, pero dada su agenda creo que la probabilidad es despreciable.

Lo más lógico es pensar que ese tambaleo emocional se debe a alguna crisis con el marido. He leído que el amor dura cuatro años, al menos la segregación hormonal que se asocia al amor, y más o menos eso debe llevar con el marido. Además ya se habrá pasado el tirón inicial con el niño, que ya debe estar en los dos años, con lo que invitablemente se cae en algo de monotonía.
Por tanto, por apostar a alguna carta, creo que la más probable es una crisis marital.

Por experiencia sé que las crisis sólo se superan con un impacto emocional fuerte, bien sea con una discusión del copón que acaba en reconciliación, bien sea por un viaje que les hace recuperar el tono, o bien sea por algo externo que provoca un impacto emocional de dimensión mucho mayor al de la crisis.

Ante la discusión y reconciliación nada puedo hacer si sucede, así que no tiene sentido que le de vueltas sobre cómo influir ahí.

Sobre el viaje o escapada lo que me da es un plazo. Tienen demasiadas actividades como para hacerlo un fin de semana, así que mi plazo para recordarle que estoy aquí debe ser antes de las siguientes vacaciones, menos de un mes.

Sobre el impacto emocional bien es provocado por un accidente o desgracia (nunca deseables), un nuevo hijo, o porque alguien ha tenido un desliz... y ahí puedo entrar, no en resolver su situación sino en aprovechar el momento de debilidad para provocar un desliz lo suficientemente grande como para que suponga un impacto emocional.


Esto no son más que elucubraciones sin mucho sentido práctico, pues al final a la conclusión que llego es que debo provocar el desliz, pero me quedo en el punto de cómo.

Al menos puedo jugar con la probabilidad de que haya cierta crisis en el matrimonio e intentar sacarlo en la próxima comida, tocando un poco los puntos en los que ahora puede ser más sensible.

Para ello debo permanecer como un amigo, que se sienta confiada para desahogarse.


Mi permanente duda es que todo esto lo monto en mi cabeza, estoy perdiendo el contacto con la realidad, y cuando voy a poner en práctica algo me encuentro que se me desmonta el castillo de naipes por cualquier tontería.

Propuesta, si no llueve

Al estar más d eun día sin verla mi mente se ha despejado y he podido pensar un poco, encontrando al menos una alternativa que intentaré poner en práctica esta noche.

Ella sale a hacer deporte muy tarde, con lo que entre que no parece que le apetezca compartir unas carreras conmigo (por más que lo niegue) y que alguna vez le puse pegas a salir a esas horas se me antoja complicado que podamos coincidir.

Sin embargo poco a poco me voy haciendo hueco para salir a su hora, y esta noche es uno de esos momentos. Le voy a proponer que compartamos una sesión de jogging (ya lo hicimos alguna vez, con un resultado que no fue muy malo).

He estado pensando cuál es le mejor momento para proponérselo. Quizás le podría decir ahora que si le apetece esta noche puedo salir a correr a su hora, pero creo haber prendido que no le van mucho las cosas planificadas, sino que es mejor pillarla en el momento, y si le encaja se apunta.

Por tanto lo mejor será intentar permanecer todo el día en silencio (otro más, esto es insoportable) y esta noche, como una hora antes de salir, enviarle un SMS con la propuesta.

De esta forma ella estará más confiada, pensará que es una propuesta espontánea (como otras que siempre ha rechazado) y me garantiza al menos un SMS suyo con la negativa... al menos eso, un SMS.

Aunque si llueve se me jode todo el plan, pero por ahora no tengo nada más sólido.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Viajes de trabajo

Hoy está de viaje, un larguísimo día en el que me veo tentado a llamarla para contarle... ¿qué le cuento? Cierto es que sólo escuchar su "dígame" es un mundo, pero como lo que necesito es verla, cualquiera de mis palabras serían absurdas. Creo que aguantaré el tirón y así dejar pasar un día más, que tengo el convencimiento que estos días de vacío a la larga juegan a mi favor, sólo hay que estar atento a las oportunidades.

Lo más duro es que cuando ella vuelva yo salgo de viaje, y después el fin de semana... seguiré desgastando su foto de carnet (la que está publicada por el departamento de personal de la empresa).

A pesar de llevar años dándole vueltas aún no he conseguido que coincidamos en un viaje, sería una ocasión de pasar algunas horas charlando, aunque fuera del tiempo, pero varias horas.

Love actually

Como guinda a la performance que emulaba la escena de los carteles de Love Actually le hice un regalo de Navidad: la propia película de Love Actually.

Desde hacía varias semanas le había hecho algunos comentarios de la película, y casualmente alguna amiga suya también se la había referido, así que pensé que, para que me tuviera algo más presente durante las vacaciones, le regalaría la película y cuando viera la escena se acordaría de mí.

Sin embargo los planes no siempre salen según lo previsto, y la copia estaba defectuosa, con lo que a la vuelta de vacaciones me dijo que no había podido ver la película.

Tampoco supuso mayor problema prestársela, y en poco días me comentó que la había visto, que la película ni fu ni fa, pero que cuando se encontró con la escena de los carteles no pudo evitar reirse de la sorpresa. Su marido la miró extrañada, y ella tuvo que disimular el motivo real de sus risas. Ahí estuve yo en su mente, interponiéndome con un secreto entre ellos y compartiendo algo que sólo queda para ella y para mí.

martes, 19 de febrero de 2008

Inapropiado

Uno usa esto como ayuda, terapia, vía de escape... y en lugar de hacer un comentario alguien va y lo tacha de inapropiado, y los señores de Blogger me plantan un mensajito de advertencia.

Quizás sea inaproiado, pero prefiero que me lo digan a la cara en lugar de que me toquen los blogs... más que nada porque necesito que me abofeteen en directo para ver si reacciono, pues no atiendo a muchas razones.

Nuevos hitos

Llevo varios días dándole vueltas a la palabra "aparcar", "lo aparcamos"... creo que sin lugar a dudas significa que está presuponiendo algo más que una amistad.

Si intento ser objetivo puedo presuponer que ella no está enamorada de mí, ni mucho menos, entonces ¿cuál es el encaje de esa palabra?

Después de darle muchas vueltas creo que la única opción posible es que yo haya hecho una parcelita provada dentro de ella, algo que de una forma u otra no puede compartir con otra gente, en concreto con su marido.

A veces me ha comentado que tal cosa o tal otra no se lo va a comentar al marido, y supongo que esos secretillos le han sembrado alguna inquietud (no diré que dudas, pero algo que no le encaja hay ahí dentro).

Por tanto el "aparcamiento" debe ser producto de que, ante el riesgo de que esa parcela le pueda afectar emocionalmente, prefiera cerrarla a cal y canto, y eso es algo que tengo que evitar a toda costa.

El plan debe consistir en aparentar una normalidad absoluta, que no esté alerta a eso que de alguna forma le crea inquietud. Debo esperar algunas semanas y pedirle de nuevo que comamos juntos. Ella debe aceptar confiada, y yo debo ir con el convencimiento que en las distancias cortas, y después de muchas palabras, puedo llegar a ella. Tengo que aprovechar eso que sea que tiene dentro para entrar y hacerlo más grande, crear cierta inestabilidad y, a ser posible, duda.

Veo que esta es mi única posibilidad, así que ahora tengo varias semanas para elegir sitio donde comer, preparar la lista d etemas de los que hablar y elegir los momentos en los que ser más cariñoso para que vaya bajando la guardia.

Hoy tengo la cabeza más fría, y así contadas las cosas parecen hasta malévolas, pero dudo yo que pueda soportar estar interpretando el papel de "amigo" varias semanas, mi nivel de desesperación no da para tanto.

La mentira

Esta mañana vi su coche en la carretera y aceleré para llegar unos segundos antes que ella, puediendo hacerme el encontradizo en el aparcamiento (a estas alturas ella no va a creer en la casualidad, pero tampoco parece que le disguste).

Eso me ha permitido hablar un poquito más de lo habitual con ella, apenas un par de minutos, en los que he intentado ser tremendamente protocolario (cuanto trabajo, qué tal el fin de semana...) y para soltarle mi mensaje sobre lo inoportuno de la rosa.

Se lo he contado de forma similar al mail que no le escribí, y parece que han quedado creíbles mis excusas sobre la mala elección del día, pero la acertada decisión de regalarle algo para expresar cariño. Ella tiene una imagen de mí de alguien que no se desenvuelve bien con el resto de la gente (si me juzga por mi trato con ella es normal que piense así), así que he hecho uso de esa imagen para decirle que no estoy muy familiarizado con los protocolos de la amistad, pero que no se piense nada raro.

Me asombra lo convincente que he estado, pues hace tiempo que no soltaba una mentira más gorda, aunque a la vez dudo que se lo pueda tragar en su composición de querer fomentar una amistad.

Creo que la causa de mi ansiedad es debida a la falta de planes, de perspectiva a medio plazo, así que si soy capaz de dar pasos para que se crea que yo también vivo nuestra "amistad" como algo natural estaré abonando el terreno para el próximo ataque.

El rehén

Hoy me ha devuelto "el rehén", así es como llamó ella al radio-CD que le dejé en casa allá por diciembre.

Lo estuve preparando durante varias semanas, quería emular la escena de Love Actually de los carteles: http://www.youtube.com/watch?v=5m2T5yfgsZ0&feature=related

Desde luego lo hice porque creo que es algo que se le iba a quedar en la memoria, no deja de ser divertido e inocente a la vez, y además siempre podía intentar evocar ese "enough, enough now".

Preparé un ppt y le dí muchas, muchísimas vueltas, adaptándolo a lo que me hacía falta, eligiendo las frases adecuadas, midiendo los tiempos, grabando la música. Finalmente compré un radio-CD y todo el paquete lo dejé en la empresa aguardando el momento adecuado, que fue el 21 de diciembre.

Le dije que esa tarde me iba a pasar por su casa para una "minicita", sólo unos minutos para que no pudiera excusarse. Le extrañó un poco la cosa, pero accedió (no le dejé muchas alternativas).

Por la tarde me acerqué a su casa, la llamé por teléfono y me dijo que subiera. Le pregunté si estaba sola y me dijo que sí.

Con mi ahbitual nerviosismo aparecí con la mochila y le dije que me permitiera unos instantes. Saqué el radio-CD y lo puse encima de la mesa de su salón, saqué los folios y empecé mi performance.

La cosa salió bastante bien, se rio donde estaba previsto y puso carita dulce donde tocaba. Al final le di un beso (en la mejilla) y un abrazo con aire de por medio.

Me invitó a tomar un café, me enseñó su casa y charlamos un rato, con lo que el objetivo estaba conseguido: unos minutos de su tiempo. Entre las cosas que comentamos dijo que eso no se lo iba a contar a su marido, consiguiendo así el hito de crear un paréntesis en el que estábamos sólo ella y yo, ya había una parcela privada para nosotros.

Como no podía llevar el macuto a casa (la alternativa era tirarlo todo en el primer contenedor) se lo dejé allí.

Cuando me despedí le dije que la echaría de menos durante las vacaciones de Navidad, y me dijo que me llamaría. Por supuesto que no me llamó, pero ya veo que eso es algo habitual en ella (tengo que forzar mucho la máquina para conseguir un SMS, así que una llamada es algo quimérico).

Hoy me ha devuelto la bolsa, lo que me da un poco más de información de que simplemente es algo despistada, pues ya sabía que me la podía devolver a la vuelta de vacaciones. He aprovechado para hablar con ella unos instantes, así que a cuenta de aquello he vuelto a tener unos minutos a su lado.

lunes, 18 de febrero de 2008

Día de silencio

Supongo que es lo mejor, aunque mi ansia no se pueda saciar, pero ha pasado el día entero sin que hayamos cruzado más palabra que los buenos días.

Parece que anda liada con el trabajo, está con un tema que no le resulta muy edificante, así que mis interferencias lo más probable es que le provoquen mal humor, no tanto por mí como por su estado de ánimo en el trabajo.

La tentación de llamarla para tomar algo por la tarde siempre está ahí, aunque cuando lo he intentando siempre estaba ocupada (en su momento me dijo que si alguna tarde estaba cerca de su casa la podía llamar y, si tenía tiempo, podíamos tomar algo). Si a eso le sumo que tengo que buscar el hueco adecuado para estar solo por la tarde parece claro que hoy ya no tendré el privilegio de disfrutar de su presencia ni un segundo más... por más que me hunda en mi propia mierda.

Queda contar los minutos hasta que mañana pueda ver de nuevo su sonrisa, aunque estaré pendiente del GTalk por si se conecta desde casa, a la vez que miraré el teléfono de tanto en tanto por si me hubiera llamado o escrito (cosa que nunca ha sucedido a no ser que yo hubiera iniciado la conversación o hubiéramos quedado previamente).

Sólo quedan 16 horas.

Arreglos florales (II)

Hola:

Sé que no hacen falta explicaciones, pero tras pensarlo un poco me gustaría dártelas para que no haya lugar confusiones.

Hace unos días te regalé una flor, una rosa blanca, y creo que aunque el motivo de mi regalo es lícito quizás el día fue poco afortunado (elegir el día de los enamorados puede dar lugar a mucha confusión).

Uno no está muy acostumbrado a tener amistades femeninas, y lo cierto es que con las amistades que tengo soy muy cariñoso, expresando ese cariño de forma explícita sin ningún complejo. Lo que pasó es que tuve que ir a una floristería para comprar algo para otra persona, y vi una rosa blanca que me gustó, y pensé en ti en ese momento, así que hice una compra por impulso.

Esos son los motivos que me llevaron a regalártela, por lo que siento que haya sido origen de alguna confusión, quizás acrecentada por las frases tan elaboradas con las que a veces presento los regalos.

En definitiva, que en muestra de mi cariño podría regalarte flores cualquiera de los 364 días del año, todos menos el día que lo hice.

Arreglos florales (I)

Antes de actuar intento planear lo que voy a hacer, medir las consecuencias y obtener reacciones. Sin embargo cuando meto la pata lo único que queda es buscar alguna alternativa que arregle un poco el desaguisado.



Este año tengo como claro objetivo pasar más tiempo con ella, jugando su juego de "amigos", cualquier limosna es buena antes de provocar su enfado y su ignorancia total (de momento sigue respondiendo a mis peticiones que entran dentro de sus reglas del juego, y perder eso significaría la muerte por angustia). Sin embargo una cosa es decir cómo deberían ser las cosas y otra sufrir el día a día, en el que apenas consugo un saludo de buenos días y alguna sonrisa cuando me cruzo con ella.



En ese día a día le regalé la rosa blanca debido a un impulso irrefrenable de obtener su atención. Como un estúpido no sé si pretendería que cayera en mis brazos, pero el caso es que no pude reprimirlo, así que ahora intento ver si puedo arreglar algo, o si quizás es mejor dejarlo pasar.

Dado que el viernes aún siguió hablándome, incluso me pidió un favor profesional, creo que lo mejor es permanecer callado y aparentar indiferencia, a fin de cuentas somos amigos y esta indiferencia puede formar parte de una relación "normal" (esta normalidad me parte el alma).

Sin embargo necesito que me diga algo, veo que puede pasar el día sin que me dirija la palabra, y a cada minuto me voy hundiendo. Claro que esta motivación me dice que debería callar, pues no persigo arreglar nada, sino complicarlo todo.

El avatar del GTalk

Ante la perspectiva de no tener excusas para hablar con ella se me ocurrió empezar a enviarle mensajes más o menos ocultos mediante mi avatar en el GTalk. Desde alguna imagen y frase que hacía referencia a alguna situación que hubiéramos comentado hasta simples juegos.

Me sorprendió un día que hice referencia a una canción que estaba escuchando, pues ella me preguntó qué quería decir, y cuando le dije que era una canción empezó a jugar a intentar adivinarla. Durante un par de días le puse varias referencias a canciones, y fueron muchos los mensajes que intercambiamos a costa del juego. Cierto es que la búsqueda de imágenes se hacía complicada, pero merecía la pena pues, a fin de cuentas, estaba en contacto con ella.

Como suele pasar me temo que me puse algo pesado con las canciones, pero sea como fuere el tema sólo podía dar para un par de ratos.

Luego he seguido cambiando el avatar con distinto resultado, a veces me ha comentado cosas y a veces no. El último comentario me lo hizo cuando comimos juntos, lo que al menos significaba que seguía atenta a mi avatar, si bien es cierto que probablemente no más que a los de otras personas de la empresa que también lo cambian con frecuencia.

Últimamente puse una especie de serial de una semana (un avatar al día) que concluía con una declaración de mi deseo de simplemente contemplarla, pero no ha tenido ningún efecto.

Como la alternativa es hacerme el harakiri no me queda otra que seguir intentando llamar su atención de esta forma, pues no creo que tenga efectos secundarios ya que no la interrumpo y simplemente le dejo que recoja el mensaje cuando le apetezca... con la esperanza de que le apetezca en algún momento.

viernes, 15 de febrero de 2008

Gracias por tu presencia

Después de bastantes días esta tarde he podido trabajar eficientemente y cumplir con algunas de mis obligaciones. ¿Por qué te cuento esto? Porque es gracias a tu presencia por lo que he conseguido hacer algo.

Los minutos salpicados que he pasado a tu lado me han dado fuerzas para ser optimista y positivo, no por pensar en el futuro, sino por sentir como se me recargan las pilas.

No sé si es un piropo o no compararte con una fuente de alimentación de un teléfono móvil, pero ese es el efecto que produces. Creo que no sólo en mí, también en más gente pues irradias energía positiva (o lo que diablos quiera decir eso).

Ahora llega el fin de semana y aunque sé que la carga no me va a llegar para tantos días tengo que agradecerte los nuevos instantes que guardaré en mi memoria.

Hasta el lunes.

La guinda patética

Es para darme de hostias o pegarme un tiro.

Me llama otra vez para que la ayude con otro tema profesional, me siento a su lado y puedo olerla, incluso ver sus zapatos y calcetines de divertidos colores, sus piernas... pero presto atención porque necesita cierta información rápidamente.

Vuelvo a mi sitio y busco lo que necesita, seguimos en contacto por Gtalk, donde incluso me hace algún comentario relativo a que alguien se ha dejado abierta la puerta y ella sigue resfriada.

Le envío la información y algo de material adicional, todo a tiempo, he quedado genial como compañero.

Voy a su sitio para preguntarle si todo está bien y me dice que sí, que gracias.

Entonces el imbécil patético va y le pide "llámame este fin de semana, te echaré de menos".

Evidentemente ella sonríe sin saber muy bien como reaccionar... ¡hay que ser gilipollas!

Si al menos le hubiera dicho "llámame y follamos" (sí, repito la gracia) habría sido algo concreto, o al menos algo con sentido, pero "llámame que te echo de menos"... mierda de niño llorón.

Me ha escrito!!!

Aunque sea por un tema estrictamente de trabajo me ha escrito un mail, y como suelo hacer en lugar de responderle he ido a visitarla intentando ocultar mi entusiasmo por ir a verla.

Hoy trae su camisa roja, pañuelo a juego y sus gafas de cristales azules, y aunque la imagen que más retengo en mi memoria es su cara sin ningún aditamento he de reconocer que está realmente espectacular, me pasaría horas simplemente observándola, y realmente creo que eso sería suficiente para sobrevivir, sólo poder mirarla.

Mientras estábamos tratando el asunto profesional la han llamado por teléfono y mientras esperaba me he sentado frente a ella, me he puesto las gafas y me he parado a observarla. Observar sus lunares, su boca pequeña, sus manos... el tiempo se ha detenido.

Al final, como siempre, he hecho un par de comentarios estúpidos con tal de alargar la conversación, pero me siento mejor, aparte del dolor de cabeza que me ha provocado el larguísimo rato que me he tenido que pasar encerrado en el baño... pero la mañana ha quedado compensada con esos minutos en que he podido observarla.

iluso imbécil

Esta mañana he prolongado los buenos días, a cuenta de un nuevo principio de resfriado que tiene (su sistema inmune no es de lo mejor de la casa). He intentado indagar sobre su situación emocional, y su breve respuesta ha confirmado que soy un iluso pensando que le importo lo más mínimo. Simplemente ha esbozado que todo se reduce a cosas cotidianas (lo más probable es que alguna riña con el marido o cualquier nimiedad).

Y para acabar como un gilipollas integral voy y le suelto: "si necesitas algo ya sabes que siempre estoy deseoso de echarte una mano... con doble sentido, ya sabes".

¡Cómo se puede ser tan imbécil! La próxima vez mejor le digo: "Cuando tengas un bajón emocional déjate de historias, me llamas y follamos", que seguro que quedo mejor que soltando memeces.

Y ahora toca pasar otro día de agonía, sabiendo que no me va a hacer ni puto caso, que se irá en unas horas y que hasta el lunes no podré disfrutar de sus "buenos días". Si por lo menos tuviera la paciencia de estar calladito durante la semana podría enviarle un SMS el sábado para, como el que no quiere la cosa, quedar para tomar un café, o incluso con nuestras respectivas parejas (con tal de estar a su lado un minuto más me valdría aunque tuviera que sentarme en brasas ardiendo)... pero después de quemar las naves y tocar las narices durante la semana lo peor que puedo hacer es convertirme en un acosador los fines de semana.

jueves, 14 de febrero de 2008

El punto gris

Jamie: Es el momento más feliz del dia, llevarte a casa.
Aurelia [en Portugués]: Es el momento más triste del día, cuando te dejo.

Recuerdo este diálogo de "Love Actually" cuando te vas a casa y el GTalk me ilustra con un punto gris que estás "offline".

El momento más feliz del día es cuando llego al trabajo cada mañana y te veo indiferente en tu sitio, esbozando un "buenos días" y una sonrisa.

El momento más triste del día es cuando me doy cuenta que te has ido y, una vez más, no me has dicho nada, no me has enviado un mensaje, simplemente he seguido pasando desapercibido.

¿Cuándo dar el salto?

Aunque soy duro insitiendo hasta conseguir algo, soy impaciente, con lo que la duda que me martillea es ¿cuándo dar el salto?

Tras la comida de la semana pasada he visto que puedo entrar en su mente tras varias horas de conversación. Pude probar sus labios como beso de despedida, aunque creo que ella no me lo devolvió, y también es cierto que no le dejé mucha escapatoria (le sujeté la cara mientras ella sostenía el bolso con una mano y las llaves del coche con la otra, y repetí la operación para comprobrar que no había resistencia).

Indicios que me hacen tener esperanza fueron el beso que no le di (la besé en la mejilla, pero me pareció que ella ofrecía sus labios), y sus dudas cuando le planteé que porqué no aceptó mi invitación para comer en casa, argumentando entre otras cosas que no se fiaba mucho de ella (no recuerdo sus palabras exactas, pero sí que me sorprendió muchísimo el mensaje).

Ahora veo que, emocionalmente, la estoy afectando. No sé en qué medida, quizás simplemente la esté cabreando y agotando, pero es otro indicio.

Lo que sé a ciencia cierta es que ella no va a venir a ofrecerme sus brazos directamente (en el caso que alguna vez quisiera), sino que tengo que ser yo el que de el paso... pero ¿cómo? y más importante ¿cuándo?

Juego con las cartas descubiertas, lo dejo todo a mi convencimiento que conseguiré estar con ella de una forma u otra, con lo que no puedo sorprenderla con algo nuevo o impactante. Pero al final se me suelen ocurrir cosas, aquí la dificultad es saber reconocer el momento adecuado en el que dar el paso que cierre el círculo de la amistad y lo lleve a otro nivel.

Quizás nunca sea el momento, pues lo más probable es que cuando suceda algo sea debido a una situación de debilidad y que, al día siguiente, su discurso vuelva a ser el mismo sino peor (las personas emocionalmente estables pueden tener momentos de debilidad, pero recuperan la cordura y pueden ser capaces de cortar de raíz lo que les provoca inestabilidad).

Necesito saber cuándo... y nadie a quién acudir, sólo vociferar en el vacío de este blog.

La rosa blanca y el encuentro

Estos días estaban siendo duros ante la falta de excusas para contactar con ella. Realmente no sucedía nada que no viniera siendo habitual, sólo que no tener ningún hito por delante me desepera. Hace ocho días que comimos juntos, y según me he propuesto faltan tres semanas para que le vuelva a pedir que comamos, demasiado tiempo (una vez al mes creo que entra dentro de lo admisible en la pretendida relación de amistad, jugando de esta forma mi batalla con sus reglas).

Sin embargo el hecho de estar siempre atento a las circunstancias posibles me hizo comprar una rosa blanca de forma espontánea.

La rosa la guardé en el bolsillo y decidí entregársela a la mañana siguiente.

Pero por la noche encontré una excusa para salir a pasear solo, y como habitualmente hago rondé su casa y el gimnasio al que acude, y cuando ya me iba me crucé con ella.

Estoy tan acostumbrado a buscarla sin resultado que cuando la encontré no supe reaccionar. Le di dos besos, le dije que lo único que hacía es darle posibildades a la probabilidad y la liberé diciendo que no quería agobiarla.

Vestida de chandal sin conjuntar se la ve delgada, tal como es, objetivamente quizás no destaque, pero me sigue pareciendo preciosa. Cada rasgo de su cara, sus ojos, su boca pequeña, su nariz puntiaguda que se acentúa sin las gafas... otra imagen perfecta que guardo en mi memoria que estuve recreando toda la noche.

Ella reaccionó con lógica sorpresa, y no pudo más que repetir un par de veces que estaba cansada (pasadas las nueve y media, después de un día de trajín, es lo normal) y que se iba a correr al gimnasio. Deduzco de su repetición que quizás estuviera algo nerviosa, aunque su cara no lo mostraba pues su apariencia seguía serena como siempre. Desde luego no parecía incómoda con mi presencia, lo que no significa nada.

También se acordó que esa tarde mi mujer tenía una cita importante, muestra inequívoca que, en algún momento, me había dedicado al menos un pensamiento de su cabeza (dudo yo que, en la improvisación del momento, se pueda tener en mente la agenda de la persona con la que te encuentras).

Esta mañana le di la rosa, tal y como había pensado, y hubo alguna reacción aunque eso es motivo de otro post.

Los hitos

Hace varios meses tomé la firme decisión de seguir por el camino de enmedio, siendo consciente de que el final será, unicamente , el desastre. En este camino me fijé varios hitos que, poco a poco, se van cumpliendo, pero que emocionalmente me están costando demasiado, sobre todo porque no soy un persona emocionalmente estable.

Los primeros hitos consistían en un simple acercamiento, crear una rutina de charlas de "amigos", alguna comida. Entre los complicados que me plateé fue que, de alguna forma, ella me escribiera algún SMS y que ella contara conmigo. Todo se ha cumplido, aunque evidentemente sin señales claras de que sienta algo más que una confortable amistad.

Y llegamos al punto del hito más complejo: desestabilidad emocional. Para poder entrar en una fortaleza inespugnable no se puede atacar de frente, hay que intentar que la fortaleza empiece a tener fisuras y aprovechar estas para entrar. Sin embargo este hito es duro porque, por un lado, nunca va a confesar que de existir esa inestabilidad yo sea el causante, y por otro lado intentará luchar contra la inestabilidad para reponer la situación anterior.

La rosa blanca ha provocado, por primera vez, algún indicio de esa inestabildiad emocional. Pero mi ejército no sé si está preparado para aguantar el contraataque.

Me ha dicho que entiende la rosa blanca como una tregua, y que "si no es así, mejor lo aparcamos, que llevo unos días emocionalmente dificultosos y no quiero más jaleos".

En primer lugar intento objetivizar la frase, y no pensar que la causa de la "dificultad emocional" sea yo mismo. Con toda probabilidad no lo soy... ¿pero al 100%? ¿Es posible que le estén afectando mis continuas escaramuzas?

Evitando ser egocéntrico pienso que no, ella tiene una vida social amplia y seguramente tendrá problemas más importantes de los que ocuparse. Sin embargo ha usado la locución "lo aparcamos"... ¿aparcar qué? Supuestamente ella lo vive como una amistad más, otra de su larga lista... ¿qué hay que aparcar en esta situación?

La semana pasadale confesé que mi miedo y mi ansiedad tienen como principal causa el miedo a perder lo poco que tengo, y ella dijo que algo muy muy gordo debería pasar para que algo así sucediera, y que a un amigo se le perdonan más cosas que a una pareja. Entonces, ¿por qué ahora "aparcar"?

Soy consciente que precipito las cosas, estoy al borde del acoso, inocente y sin inmiscuirme, pero acoso cuando le hago consciente de mi constante presencia. Sin embargo no creo haber dado ningún paso brusco, con lo que, en el contesto de una amistad no sé muy bien qué significa "aparcar".

Desde el lado positivo veo que quizás se esté cumpliendo el hito, desde el lado negativo su amenaza ha sido una bomba que ha hecho que la terapia diaria haya sido más prolongada de lo habitual y que, con toda probabilidad, deba ser repetida.

miércoles, 13 de febrero de 2008

La decisión

¿Alguna vez has deseado algo tanto que tienes el convencimiento que lo vas a conseguir?
No importa el tiempo, el lugar, las circunstancias, sólo el convencimiento que se tendrá aquello que se quiere, sin tan siquiera importar si es posible o no. Sólo al final de la vida se podrá tener un resultado negativo, y a lo largo del resto de la vida el único resultado posible es conseguir el objetivo.

¿Alguna vez te han dolido los ojos al fijar la vista en algo de lo que no quieres perder detalle? ¿y que eso pase con los ojos cerrados? Son tan pocos los instantes que tengo para imprimir tu imagen en mi retina que la tengo que evocar sin luz, intentando identificar hasta el último poro de tu piel. De esta forma cada vez que te veo tu imagen ha cambiado, ha sido mutada por las reconstrucciones que hace mi memoria, pero la realidad siempre mejora el modelo.

Sin embargo la vista sólo ofrece una imagen plana del mundo, se necesita el tacto para darle volumen, y de esa forma desearía conocer todo tu relieve, dándole color a esa imagen que tantas veces evoco en blanco y negro.

El sonido de cada una de tus palabras eclipsa el ruido ambiente. Cada una de las letras que escribes crean una burbuja a mi alrededor que me aisla del mundo, de su tristeza y de su felicidad. Cada una de tus nuevas palabras abren mi mente y la ocupan en múltiples repeticiones escuchando el eco de tu voz.

Sé que bajando al terreno de lo real soy transparente para tus ojos en la mayor parte de las ocasiones, pero sobrevivo a base intentar evocarte momentos agradables, consiguiendo la recompensa de tu dulzura o el tesoro de tu sonrisa.

Sin embargo mis escasos ofrecimientos son monótonos, pues cada parte de mi mente es tuya y apenas dejas lugar a que fluya cualquier otro pensamiento.

Así las cosas poco puedo ofrecer más que este aburrimiento, hastío por la repetición de las ideas, agotamiento por el sonido de las mismas palabras, pero eso es lo que son las cartas de amor.

El principio

Vivía yo moderadamente feliz casi recién estrenada la treintena. Casado desde hacía un par de años, tras muchísimo esfuerzo para conseguir estar con mi mujer, la vida era sencilla, sólo algunas dificultades laborales salpicaban el equilibrio, pero nada que tras fichar la salida no se pudiera quedar en la oficina.

Pero un buen día, debe hacer cuatro años por lo menos, un compañero me dijo que habían contratado a una chica, con unas características profesionales distintas de lo habitual, pero que se adecuaba al puesto del departamento al que iba destinada.

Sentí curiosidad e hice por cruzarme con ella y saludarla cortesmente como un compañero más... y prácticamente caí fulminado.

No creo en los flechazos, nunca los he sentido, y supongo que esta vez tampoco fue así. Pero algo caló dentro de mí, y fue creciendo a medida que observaba el que, a mi modo de entender, era un físico espectacular.

La bola la hice crecer haciendo comentarios compartidos con algún compañero, que seguía el juego pensando que era inocente, hasta que me vi atrapado por mi propio ovillo.

Intentaba cruzarme con ella, coincidir casualmente en el desayuno aunque yo nunca desayuno (ahí permanecía yo con un vaso de agua), intentando buscar alguna excusa para dirigirle la palabra. En alguna ocasión dejaba escapar alguna carantoña sin salirme del contexto profesional, de ahí a los mails extraños... hasta que el día de su cumpleaños no pude reprimir enviarle flores.

Ya habían transcurrido varios meses desde que entró en la empresa, y con eso gesto puse de manifiesto un sentimiento tan real e intenso como patético.

Sus palabras fueron "me halaga", con su diplomacia y cariño habitual, pero sin dar más lugar a cualquier remota esperanza cuando me comentó que se lo había comentado como algo anecdótico a su marido.

A partir de ahí intenté, con poca fortuna, coincidir profesionalmente con ella, aunque fuera apuntándome a la mesa de su departamento en la comida de navidad.

Me hundí completamente cuando se quedó embarazada, y la oscuridad fue total cuando tuvo al bebé y se dio de baja.

Pero el tiempo pasó y su torrente se fue debilitando, dándome algunos meses de respiro, hasta que volvió de la baja maternal, momento en el que sentí que todo volvería a complicarse poco a poco.

Y así fue. Casi un año después nos reubicaron relativamente cerca, con lo que pasé de simplemente verla a través de la ventana con rejas de la empresa a poder verla en directo. Y casi otro año después encontré, ya ni me acuerdo como, la forma de entablar contacto fluido con ella.

Y llegamos al día de hoy, en el que las fantasías ya empiezan a rellenarse con recuerdos debido a que el contacto es más fluido, en el que a veces comemos juntos y tenemos ocasiones de charlar, pero en el que mantenemos una lucha para estabilizar una amistad por su parte, y para conquistarla definitivamente por la mía.

El resultado es que estoy dispuesto a mandar casi todo al garete por pasar un segundo a su lado, pero sin ninguna esperanza de conseguirlo.

La rutina

Como la mayor parte de los días llego temprano por la mañana con la ilusión de verla, de desearle los buenos días, y justo un instante antes de hacerlo deseo que el tiempo se pare con su imagen delante de mí a tan solo un par de metros.

Sin embargo, inmediatamente a continuación, me doy cuenta que no hay más que hablar, ni más motivo para quedarme observándola... agacho la cabeza y avanzo apesadumbrado hacia mi sitio (en un módulo desde el que no la puedo ver).

Arranco mi ordenador y veo su punto verde del Gtalk, y lo observo durante varios minutos en los que mi agonía va en aumento. A lo largo de las dos siguientes horas miro el Gtalk de vez en cuando con la esperanza de que me escriba por cualquier motivo (cosa que rara vez sucede). Finalmente me levanto y voy al baño, al menos para verla un instante en el que no levanta la cabeza y seguramente ni percibe mi paso.

Me encierro unos minutos e intento soltar un poco de carga emocional sentado en el suelo mientras me limpio las lágrimas.

A la vuelta allí sigue ella, absorta en su trabajo.

Y así transcurren los días, con paseos fugaces con cualquier peregrina excusa para verla unos instantes, hasta que llegada su hora de salida veo como se apaga la señal del GTalk, momento en el que me hundo en la cuenta atrás del tiempo que falta hasta que, a la mañana siguiente, la historia de mi agonía vuelva a repetirse cual día de la marmota.

Prólogo

La veo todos los días y sé que no puedo hablarle. Mantengo durante horas la mirada en el punto verde de su cuenta del Gtalk para sentir que está algo más cerca, pero al final no estoy más que dándome cabezazos contra una pared.

He visto blogs que se abren por recomendación médica, simplemente a modo de desahogo o para canalizar algunos sentimientos, por lo que ante la falta de alternativas viables comprobaré si escribir lo que nunca podré contar sirve de algo, aunque sea contárselos a todo internet (no está mal para algo que no se puede contar).

Esta es una historia de amor, no sé si al uso, pero bastante vulgar y carente de interés. Sin embargo me veo atrapado en ella sin salida, y sin posibilidad de una mínima válvula de escape, con la obligación de mantener el tipo y la sonrisa frente al mundo, mientras me encierro cada mañana en el baño del trabajo para llorar y poder tirar un día más.

Es absurdo, soy consciente de ello, el amor es un compendio de hormonas e intereses de lo más burdo, pero el desequilibrio químico que tengo no puede tener otra definición.