lunes, 18 de febrero de 2008

Arreglos florales (I)

Antes de actuar intento planear lo que voy a hacer, medir las consecuencias y obtener reacciones. Sin embargo cuando meto la pata lo único que queda es buscar alguna alternativa que arregle un poco el desaguisado.



Este año tengo como claro objetivo pasar más tiempo con ella, jugando su juego de "amigos", cualquier limosna es buena antes de provocar su enfado y su ignorancia total (de momento sigue respondiendo a mis peticiones que entran dentro de sus reglas del juego, y perder eso significaría la muerte por angustia). Sin embargo una cosa es decir cómo deberían ser las cosas y otra sufrir el día a día, en el que apenas consugo un saludo de buenos días y alguna sonrisa cuando me cruzo con ella.



En ese día a día le regalé la rosa blanca debido a un impulso irrefrenable de obtener su atención. Como un estúpido no sé si pretendería que cayera en mis brazos, pero el caso es que no pude reprimirlo, así que ahora intento ver si puedo arreglar algo, o si quizás es mejor dejarlo pasar.

Dado que el viernes aún siguió hablándome, incluso me pidió un favor profesional, creo que lo mejor es permanecer callado y aparentar indiferencia, a fin de cuentas somos amigos y esta indiferencia puede formar parte de una relación "normal" (esta normalidad me parte el alma).

Sin embargo necesito que me diga algo, veo que puede pasar el día sin que me dirija la palabra, y a cada minuto me voy hundiendo. Claro que esta motivación me dice que debería callar, pues no persigo arreglar nada, sino complicarlo todo.

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