Después de bastantes días esta tarde he podido trabajar eficientemente y cumplir con algunas de mis obligaciones. ¿Por qué te cuento esto? Porque es gracias a tu presencia por lo que he conseguido hacer algo.
Los minutos salpicados que he pasado a tu lado me han dado fuerzas para ser optimista y positivo, no por pensar en el futuro, sino por sentir como se me recargan las pilas.
No sé si es un piropo o no compararte con una fuente de alimentación de un teléfono móvil, pero ese es el efecto que produces. Creo que no sólo en mí, también en más gente pues irradias energía positiva (o lo que diablos quiera decir eso).
Ahora llega el fin de semana y aunque sé que la carga no me va a llegar para tantos días tengo que agradecerte los nuevos instantes que guardaré en mi memoria.
Hasta el lunes.
viernes, 15 de febrero de 2008
Gracias por tu presencia
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Los mails que nunca te escribí
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