miércoles, 5 de marzo de 2008

La angustia de sus visitas

Mirando estaba su foto cuando he recibido un mail suyo para una cuestión de trabajo. Cuando estaba contestándole ha venido a mi mesa a preguntar las dudas y he empezado a sentir una tremenda ansiedad y nauseas que he tenido que ocultar.

He derivado sus dudas en otra persona, y mientras hablaba no he podido evitar dejar de mirarla. Su cintura, sus hombros, su pelo... me he detenido en cada centímetro de su cuerpo, rememorando el tacto de sus manos e imaginándome el roce con el resto de su piel.

Cuando ha acabado con la otra persona se ha acercado a mí para seguir hablando de trabajo, y yo me he inventado alguna excusa profesional para darle un poco de conversación y escuchar su voz unos instantes más.

Se ha ido y tengo unas ganas horrorosas de devolver la comida y de retomar la terapia que hacía unos días que no me hacía falta.

No hay comentarios: